Tienes miedo, estás consumida por la espera que se traduce en números rojos en todas las esferas de una vida que te marea. No das con el punto de inflexión, con la solución a tus problemas, y no hay alternativas a cuanto te ocurre, que es mucho y malo. No entiendes por qué te ha tocado a ti ese número que no agradece la mentira en la que vives: has consentido demasiado, y ya es tarde para un cambio de actitud que te pasa factura. El pavor te invade y te derrota.
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No sé si estás ahí, si sigues, si eres la misma de siempre, pero yo sigo confiando en que así sea. No olvides que soy un romántico empedernido y que, además, no quiero tener remedio. Yo sigo aquí, aguardando ese milagro de cada día, ese momento que fue nuestro.
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