Ya no soy tu nombre con mayúsculas: lo has cambiado, quizá porque no te conviene. Has apetecido alturas, y ahora volamos bajo. Lo material inunda tus deseos, y no sé si podrá ser. Has esculpido unas razones que yo no puedo desarrollar. Has hecho cuentas, las tuyas, las que sean, y no entro en ellas. Lo siento mucho: aunque no lo creas, llevas la peor parte.
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Te animas a vivir un poco tarde, con fantasías que quedarán en un cubo de miserias implacables y demoledoras. Nos juntamos en el otro lado de la necesidad, y ya no vemos bien lo que queda en éste, del que nos despedimos para ser insolidarios. Volvemos a estar solos, aunque nos apetezca el aparente bienestar que nos hemos ganado.
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