jueves, 24 de julio de 2008

Una puerta abierta y a nuestro encuentro

Siempre se ha dicho que la educación es el factor de desarrollo de los pueblos en libertad, y así es. No hay más que mirar a las buenas etapas, y a las malas, y descifrar que incidencia han tenido en una cosa u otra el conocimiento, la formación y el aprendizaje. No cabe duda de ello. Donde nos asaltan más vacilaciones es en el cómo, en el papel que debemos desempeñar entre todos para que los conceptos de educación y de cultura lleguen a todas partes en régimen, al menos, de igualdad de oportunidades. En primer término, digamos que cualquier actuación ha de tener como base el amor, la amistad, el respeto, el intento de aprender de los demás.

Un factor para que esa igualdad sea real nos viene de la mano de los propios medios de comunicación social, que pueden desempeñar un papel bueno o malo en función del uso o del abuso que mantengamos desde los diversos ámbitos y/o instituciones. El fenómeno de los “media” es tan amplio que, aunque evidentemente no es nada nuevo, sigue teniendo una plena vigencia en muchas esferas, en muchos estadios de nuestro desarrollo, sobre todo en aquella tarea incumplida de contribuir a una formación integrada de las diversas capas sociales desde la óptica de la información plural y del entretenimiento de altos vuelos. Con esta visión, debemos emprender unas actuaciones y unas experiencias que tengan, igualmente, unos propósitos casi idealizados de búsqueda de ciertas reflexiones sobre las garantias o disfunciones que se pueden producir en el periodismo diario en sentido amplio. La puerta está abierta. Se trata de abrirla, de experimentar con lo que hallemos, y de volver a empezar aquello que no de los frutos esperados.

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