Me escudo en tu amor, y sé que no tengo nada. Me engaño. Sufro la miseria de no ser correspondido. No me gusta esta situación extraña que provoca historias para no dormir, y no duermo. He sufrido en la apañada espera que me olvida entre carencias de todo género. Escribo tu nombre en un barquito que, antes de alejarse, se hunde. Ya sé lo que va a pasar, porque sucede ya. Es mi versión, y no la cambio, porque la padezco.
……………
El amor, por mucho que nos digan, no es reñir, no es conflicto, no es desavenencia, no es olvido y vuelta a empezar, no es un experimento extraño. El cariño verdadero solo sabe de puentes, de perdón, de aprendizaje perpetuo, de consideraciones hermosas, de apetencias infinitas, de apuestas para ganar, de extroversiones con alimentos muy nutritivos. El amor no es enfado, y, si lo es, hablamos de otra cosa. Solo ruego que nadie se remonte a la historia: no olvidemos que no siempre lo repetido es lo auténtico.
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