domingo, 10 de agosto de 2008

Un extraño equilibrio

Sé que duermes: yo no. No hay motivos aparentes para el desasosiego. No acierto a entender lo que sucede, lo que viene, lo que me traspasa el alma. Estoy en el punto de mira: en cualquier momento desaparecerás, y nada quedará a ras de tierra. He detenido el ritmo. No puedo más. Las experiencias me controlan con espasmos que me hacen disimular con las flores de un carril que ya no visito, por el que no circulo. Duermes, y yo no: no puedo, vida mía.

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Me descubro ante ti, como presento este corazón herido por las circunstancias ya no disimuladas. Abro esa ventana de la experiencia con unas posturas integrales que buscan llegar a tus brazos, y ya no pueden.

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Controlo mis actos, y te pierdo por prudente. No valen los extraños equilibrios cuando hablamos del corazón.

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Haremos el último paseo y nos contaremos lo que pensamos.

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