Vivimos un episodio de seguridades relativas a un cariño estupendo, grato, que nos lleva a ese puerto de sueños casi reales. Nos tocamos con el pañuelo de la experiencia y nos despertamos con posibilidades que nos animan a seguir con ideas dispersas. Subimos al monte de otro olvido con soplos creíbles. Relucimos.
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