Secamos la cifra emocionada con un pensamiento que se fuga con rapidez. Tomamos nota de la nitidez con que amanece, y soñamos una vez más con ese regreso a la infancia que se tercia sin ley y hasta imposible. Nos evitamos en esos puestos positivos y brillantes que ciegan en la noche y quizá en el día. La abundancia nos distancia de ese cañaveral donde nos amamos.
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