Asumes que es amor,
y
por eso sigues.
Puede
que lo sea,
o
que lo haya sido,
o
que pueda serlo.
Lo
cierto es que caes,
que
te niegas a la evidencia,
que
te derrotas
en
una soledad
que
precisa esperanza,
que
no termina de aparecer.
El
viento nos rompe un poco,
también
a mí,
que
oteo en la distancia:
te
involucras
en
un error repetido.
No
es fácil hablar
en
esta lejanía.
No
conozco todas las circunstancias,
ni
debo, ni lo pretendo.
Solo
te deseo felicidad.
Desde
la honestidad
de
quien no forma parte de nada
sí
te subrayo
mi
afán de convertirnos
en
una verdad sin promesas.
Te
confieso
una
admiración real
y
figurada
ante
una misión imposible:
seguir
con aquello
que
no se puede sostener.
Todos
aprendemos
de
nuestro destino.
El
tiempo dirá.
Yo
nunca he estado,
ni
estaré,
ni
evolucionaré
hacia
un encuentro interesado,
pero
sí te descollaré
que
seremos en la amistad
de
quienes,
siendo
desconocidos,
creemos
que las certezas
tienen
un camino,
y en
ése no terminamos
de
estar.
Mi
objetivo
es
que te aceptes,
que
te entiendas,
que
seas generosa contigo.
Solo
así darás
con
la verdadera apuesta,
tú
misma.
De
momento, te repito
que
lo que veo
no
es amor, no lo es.
Trata
de recuperar
lo
que nunca debiste perder.
Juan Tomás Frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario