La experiencia que hemos adquirido nos emociona con intensidad. Nos hemos metido en ese barco sin lujos pero que nos aporta el detalle más emotivo.
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Volvemos a la gracia eterna y sincera que nos propone la consulta menos gravosa. Aleteamos de alegría.
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Nos volcamos en las experiencias menos conflictivas y fomentamos un amor que nos despierta de nuevo, como siempre debería ser, a los sentidos más justificados.
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Te miro, y siento que el tiempo nos haya dejado con la distancia como compromisaria de lo que no podrá ser.
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