miércoles, 25 de marzo de 2009

El escenario de los blogs

El crecimiento exponencial al que estamos sometidos nos lleva por vericuetos que no siempre se entienden bien, pero, al menos, debemos hacer el oportuno esfuerzo. El cambio es tan acelerado que es difícil de digerir. No habríamos sido capaces hace tan solo unos años de pensar lo que iban a ser los blogs en esta sociedad de realidad y de virtualidad (que también existe). Los hay de todo tipo: personales, profesionales, específicos, generales, de poemas, de otros géneros literarios, con reflexiones, sobre educación, de profesores, de alumnos, de deseos, de cambios, de perspectivas…

Todo tiene cabida en un blog, y todo forma parte, igualmente, de un universo que, visto desde una óptica global, es más comunicación que nunca. Todo se puede adentrar en una página infinita como ésa. Sus posibilidades son inmensas.

Es cierto que este fenómeno ha proliferado con un cierto caos. No hay habido una tendencia determinada: se han dado todas, por así decirlo, y por oleadas. Por eso, la realidad que dibujan es tan variopinta. La pluralidad ciudadana, en cuanto a intereses, miradas, reflexiones, estado de atención y aspectos se muestra en todo su esplendor en unas páginas que fluyen en Internet a velocidad de vértigo y que ya son testigos y testimonios del paso de millones de personas por ellas.

Desde luego, con estos blogs, con las comunidades que se constituyen, con las posibilidades de comunicación que se abren con ellos, desde ellos, ante ellos, la contemplación de los ciudadanos, al menos de y desde ciertos rincones del planeta, es mucho más abierta y edificante. Debe serlo, al menos.

Fotos que se colocan en tiempo real, y en tiempo real se ven en el otro lado del mundo. Escritos íntimos e intimistas que fluyen de un lado para otro dejando apartada la sempiterna timidez de muchos intelectuales… Pinturas, poemarios, píldoras informativas o analíticas… Todo conforma esa red que se expande por el universo mediático, entre programas y soportes de múltiple índole y condición. Tenemos mucha suerte en esta era. Las opciones de aprender y de comunicar son extraordinarias.

El ciudadano de a pie es capaz de contar cosas que antes solo podían llegar a sus más allegados (a menudo, antes, ni a ellos). Tiene tiempo de ver por escrito lo que acontece, lo que experimenta, sus anhelos, sus ideas, sus meditaciones… todo lo que es algo en él y que lo perfila como una persona de manera integral e integrada.

El reto

Es verdad que Internet no llega a todos en todas partes. Debemos reconocerlo. Ése es el desafío. Hay que expandir sus ventajas. En los países desarrollados, la media de uso es de un 25 por ciento, mientras que en el Tercer Mundo (el mal llamado Tercer Mundo) solo un uno o un dos por ciento consiguen llegar a estos avances científicos y a los “pros” que pueden permitirnos.

Las ágoras griegas, los foros de los romanos, tienen en estos blogs una continuidad universalista. Lo anterior es la divisa, pero lo de hoy en día no tiene parangón. Nada ha sido tan prolijo y tan extendido como lo que ahora nos acarrean los blogs, que, con poco coste en lo económico y en tiempo, nos invitan a ser comensales universales del planeta. El saber humano está más al alcance que nunca. El problema viene de la necesidad de discernir lo que sería el grano de la paja, esto es, lo importante de lo que no lo es.

Éste es, igualmente, otro reto, en el que todos debemos apostar con fuerza y con firmeza, con el fin de que no falten las premisas suficientes para llegar a conocer y a compartir los conocimientos y las experiencias de una Humanidad que tiene ante sí eficiencia y eficacia, si es capaz, claro, de caminar solidariamente por las estelas de Internet y de sus incalculables páginas. Hay muchos pasos gigantes que se están dando en las últimas décadas. Los blogs son uno de ellos. Sigamos pensando en cómo optimizar su uso, en cómo sacarles más provecho en un mundo en el que no siempre los descubrimientos nuevos llegan a todas partes desde la universalización del conocimiento que, cuando menos como afán, hemos de perseguir. Atentos al escenario.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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