jueves, 23 de abril de 2009

La economía murciana, radiografía de una crisis

El 2008 fue el año del cambio de signo. Había transcurrido un largo período de bonanza, y las cosas cambiaron. La tendencia se invirtió, y dejó de generarse empleo. Lejos de ello, se empezaron a cuantificar cifras de paro que no se conocían desde hacía décadas. En todo el país hubo un millón de desempleados más, y en Murcia la cifra empezó a superar los 90.000. Es cierto que el crecimiento de la población activa es un factor a tener en cuenta, así como el mantenimiento de los incrementos del PIB, eso sí, poco cercanos a las cifras de años anteriores. La sombra de paro en toda España se convierte, durante ese ejercicio económico, en alargada, y se empieza a computar con mucho los tres millones de desempleados.

La construcción había sido durante toda una década el auténtico motor de la economía regional, además de ser un baluarte fundamental en todo el Estado. La población se había acercado al millón y medio de habitantes, con un PIB que doblaba al de toda España, que, a su vez, estaba muy por encima de las medias de los países europeos más industrializados y con mayores niveles de vida.

Pero el año 2008 vino con una especial rebaja, con una caída dura en la economía. Un sector básico para ese crecimiento, la construcción, cayó un 140 por ciento en sus niveles de actividad y de venta. Toda una tragedia. De generar miles de empleos pasó a gestar el drama de mandar a muchas personas al paro. El turismo no anduvo lejos de esa situación, con caídas extraordinarias del 70 por ciento. En todo esto, aguantó el tirón la agricultura, como sector primario que es (lo demostró), y la industria. El caso del Valle de Escombreras, con varios proyectos en marcha, liderados por Repsol, es un ejemplo de que la industria no fue la causante del aumento del paro regional, al menos no de manera sustancial durante el período que estamos analizando.

Los autónomos, como en el resto de España, vivieron su específico rosario. Muchos se fueron al paro, y otros engrosaron las filas de una economía sumergida que creció en toda la nación. Se trata de una economía, debemos recordarlo, que tiene como elementos nefastos la falta de cotizaciones y el no pagar impuestos con los que contribuir solidariamente en y con escuelas, centros de salud o infraestructuras, por poner unos ejemplos. De vez en cuando conviene reflexionar sobre los daños de la economía que aumenta sus dividendos al margen de valores de solidaridad, por cuanto en el medio y largo plazo hace daño a todos los miembros de la sociedad donde se produce.

Sindicatos, patronal, colectivos en general, todos liderados por las Administraciones, intentaron poner en funcionamiento una serie de medidas y de resortes para afrontar una crisis sin precedentes que pone en cuestión las propias bases de la economía. Un consumo retrotraído ha convertido la situación en un círculo vicioso del que es complicado salir. Ya se sabe: si se consume poco, muchos productos y/o servicios que antes se consumían ahora no se adquieren, lo que hace que se generen menos, lo que implica, por ende, personas al paro porque no son necesarias en sus procesos de producción, cada vez más languidecidos, y todo ello, paralelamente, provoca que haya menos poder adquisitivo en general, lo que ocasiona aún menos consumo, y así…

Más de tres millones de parados

Las cifras muestran la situación existente. A nivel nacional, en el año 2008 hubo 3.128.963 parados. Ello supuso un número de familias muy grande sin una sola vía de ingresos estable y saludable. Además, las ayudas del paro tienen fecha de caducidad, y acaban derivando, por su carencia, o por su escasa cantidad, en un problema antes o después. Las cifras de familias que tenían, cuando menos, un miembro en el paro se incrementaron, y, en algunas regiones, su situación fue específicamente complicada.

Un dato que también supimos es que, durante el 2008, los envíos de dinero de la población inmigrante se redujeron a la mitad. Eso denota la situación de los extranjeros que ya superan el 12 por ciento de la población murciana, con un aporte al PIB todavía sustancial. Al ser un sector más débil en la conservación del empleo, ha tenido que soportar con más virulencia los golpes de la crisis económica. También su consumo se ha visto mitigado de manera tremenda, lo que ha gestado, igualmente, ese círculo vicioso para la economía del que hemos hablado y que se muestra en que menos consumo equivale a más paro, que, en paralelo, implica menos consumo.

Las coyunturas de retroceso en lo económico, en lo financiero y en lo laboral han obligado a tomar medidas excepcionales. Las Administraciones central y autonómica comenzaron a poner en marcha planes especiales de inversión con el fin de apoyar a todos los sectores, y, fundamentalmente, a los estamentos de la población más débiles o que se hallan en zonas más sensibles al descenso de los parámetros económicos. Nos referimos a las inversiones previstas para las comarcas más deprimidas o en municipios de alto componente rural.

Así, podemos citar el Plan Estratégico previsto hasta el año 2013, sin olvidar programas dirigidos a sectores como la agricultura o la industria. Este último tiene un plan especial igualmente para el próximo lustro.

El crecimiento del IPC se tradujo en la cifra más baja de los últimos diez años. Contener la subida de precios era una necesidad, pero llegar a puntos cercanos a la deflación es otra, no tan aconsejable. El gasto por turista también descendió, no superando los 1.000 euros por persona. Ello obligó a un cambio de estrategia del sector, involucrado en nuevas alternativas, en rebajas, o en ofertas suculentas dentro y fuera de temporada.

Bajaron las hipotecas, pero también la compra de viviendas. Muchas promotoras e inmobiliarias han tenido que cerrar o despedir a la mayoría de sus empleados. De vender cientos de casas al mes pasaron a no vender ni una. Lo malo es que las inversiones estaban hechas, y era muy complicado el recuperarlas. El mercado de alquiler también se estancó. Con leves bajadas, la oferta de viviendas de segunda mano fue un reflejo de un sector en una crisis mayor que el resto. Los precios de los inmuebles en las ciudades y en sus entornos se mantuvieron, pero no fue así en la costa, con edificios pendientes de terminar y con una escasa compra-venta. La languidez fue la nota dominante.

Movilizar inversiones

Había que movilizar dinero, y eso se hizo. El mercado de personas en edad y con ganas de trabajar está en la Región de Murcia en 630.000 personas, de las que algo más de 90.000 busca empleo. Hablamos de que una de cada siete personas no ejercen una labor remunerada, una cifra que empieza a ser preocupante, por su escalada, por seguir creciendo. Hay que detener esa tendencia.

Si bien la cuantía del aumento en la Región del PIB (Producto Interior Bruto) fue de 1´5 por ciento, la alarmante coyuntura activó todos los mecanismos de control tanto en la Asamblea Regional, donde se hizo, a través de sesiones y de comisiones, un seguimiento especial, como en cuanto a las medidas, análisis y estudios emprendidos. La Comisión de Seguimiento del Plan Estratégico movilizó a expertos y aconsejó medidas que ya se van emprendiendo poco a poco.

El horizonte de parados de hasta cuatro millones de personas que barruntan muchos expertos hace que organismos como el Observatorio Español de la Economía Social se haya empleado a fondo. Los datos que hallamos en él y que han reflejado los medios regionales, así como la Comunidad Autónoma, a través de su Consejería de Economía, nos hablan de más de cuatro mil empresas que han desaparecido a lo largo del año 2.008. Las que mejor han soportado la crisis son las cooperativas, esto es, las empresas de economía social, algunas de ellas con otras fórmulas empresariales parecidas. Esto no obstante, unas 85 empresas cooperativas se perdieron durante los 12 meses que nos ocupan.

También conocimos que la licitación pública cayó en el año 2008 casi un 30 por ciento. La obra que promueven las Administraciones, a menudo y mayoritariamente en el ámbito de las infraestructuras, son un acicate para generar y/o mantener empleo, sobre todo en zonas donde no hay otros motores económicos decisivos e importantes. Los empresarios y la Cámara que se dedica a defender los intereses de este colectivo reclaman el mantenimiento de este tipo de iniciativas de obra pública y, en este sentido, valoran las medidas del Estado y de las Autonomías. El Plan Local contempla inversiones de hasta 3.000 millones de euros, unos 90 para la Región de Murcia.

Las cooperativas, un fuerte apoyo

Como decíamos, las cooperativas siguen siendo un sostén básico para la economía en el territorio murciano. Ocurre también en otras regiones. En Murcia hay censados 18.367 cooperativistas. Es un número muy importante en un año en el que el paro creció casi un 100 por 100 respecto a niveles de años precedentes.

Un dato bueno es que los accidentes mortales en el ámbito laboral (o los llamados “in itinere”) han descendido. Lo han hecho en todos los sectores. En la construcción, por pensar en una esfera donde en tiempos se producían un número muy relevante, han bajado. Ello es consecuencia de las medidas consensuadas entre empresarios, sindicatos y la Administración autonómica. Los planes de prevención están funcionando, el Instituto de Seguridad e Higiene también es un recurso fundamental para esa aminoración, y el seguimiento de los delegados sindicales ha supuesto una mayor concienciación de todos, incluidos los propios trabajadores. En empresas como las mencionadas cooperativas, el índice de mortalidad ha bajado un diez por ciento. Esa debe seguir siendo la tónica. Pese a todo, queda mucho por hacer. En este sentido, la economía sumergida que está aumentando en esta etapa de crisis juega en contra. Hay que actuar con contundencia frente a ella.

La importancia de la crisis, en estos meses del año 2.008, supuso una cobertura enorme por parte de todos los medios de comunicación. Ocurrió en todas partes, en el contexto internacional, y también en el nacional. Por supuesto, la coyuntura regional fue reflejada, como hemos podido comprobar a la hora de consultar datos sobre estos asuntos en particular, por los medios de todo tipo, y muy especialmente por los impresos. La Verdad, La Opinión, El Faro y otros medios periodísticos informaron y analizaron la realidad económica de la Región, en la que todos nos sentimos implicados y con la vocación de ayudar a conseguir una clara mejoría.

Un apunte que necesariamente tenemos que hacer en un momento en que parece que lo más importante son los números es el siguiente: frente a los que colocan de manera suprema a los elementos materiales y a los recursos económicos hay que defender el valor del factor personal. Lo más relevante en una empresa deben ser sus recursos humanos. Por ello, todo lo que tenga que ver con la precariedad laboral, con aspectos de economía sumergida, con reducciones de plantilla como medida principal ante la crisis, etc., no son, a nuestro entender, las medidas más acertadas, habida cuenta de que la profesionalidad, la continuidad, la formación y la experiencia son elementos de valor añadido en cualquier empleo o categoría laboral, algo que no siempre se advierte, lo cual es un error. La experiencia de esta crisis ha de servir para ponderar otra serie de consideraciones que pasan por un mayor equilibrio en la visión y en las perspectivas sobre los mercados, sus bienes, productos y servicios, y acerca de los avances y desarrollos de la sociedad.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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