Extraño tu ser,
esas travesuras
que me procuraban
salir de atolladeros
solitarios, duros,
estériles, cansados.
Echo de menos
tus manos en movimiento
por una era
de previsiones
y de cambios en permanente
dedicación y ansia
de proseguir
con fuerza y empeño.
Te sugiero vivir
en la paz
de esas alturas
que me previenen
de nuevas caricias
que llegan
a donde sea menester.
Hemos convenido
espacios y besos,
muchos más besos.
Me hacen falta.
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