sábado, 20 de febrero de 2010

La valiente dicha de la comunicación

No debe faltarnos el coraje para auspiciar y mantener la perspectiva comunicativa. Es un puro cimiento. El divertimento y el aprendizaje son ejes de una vida que quiera tildarse de plena. Escúchame. Tengo mucho que contarte. Nos hemos sumado a la acción que nos promueve con deseos de llegar un poco más allá. Hemos subido a las norias que nos amilanaban antes. No será el caso de ahora. Hemos dispuesto las caricias con unas bromas que nos han de calmar en el último escenario. Seamos en la sensación más apuesta y cercana. Las conclusiones nos olvidan en los prolegómenos menos cuerdos. No estamos atentos, pero lo estaremos. Queremos aprender con mucha comunicación por medio.

Hemos dibujado las caricias con unas intenciones de llegar donde sea menester. Ahorremos momentos que no serán capaces de dar con la vez anterior. Hemos experimentado las voluntades internas con obras que nos aseverarán el mejor de los silencios. Seamos más de uno y de dos con las cuentas que no hemos de realizar. No debemos. Lo relevante son los resultados, y, con buenas intenciones, serán buenos más pronto que tarde.

Tracemos las líneas que nos servirán de punto creíble con valientes dichas. Nos hemos de proponer las suposiciones con vueltas de negaciones periódicas. Ganemos con espíritus que nos han de transportar a los inicios de una reacción que no ha de ser en cadena. Nos presuponemos. Tengamos la fiesta en el lugar que será de pura ocupación. Dediquemos los esfuerzos a lo que sea necesario. Sentemos las cátedras de un universo distinto.

Separemos lo que es efectivo de lo que no lo es. Hagamos que los trasiegos no nos ganen la partida con entusiasmos latentes. Nos mostraremos con ese frenesí más fortalecido por el transcurso de tiempos que nos harán transigir con lo que no tenemos. Hemos adecuado muchas formas a los elementos que nos transfieren a otros mundos menos conocidos. Nos ponemos a correr hacia el lado más carente de sensaciones no transcritas. Juguemos.

Las pláticas de los años mozos nos han de alterar el ritmo con una voluntad de creencias en disparidades supuestas. Lleguemos a contar lo que es otra sensación con planteamientos de miradas sin ocasiones. Aparezcamos cada día con un poco de más afán de dialogar. Llegaremos a comprender lo que nos queremos narrar. No procuremos el revés cuando el derecho a comunicar, a ser, a convencernos informando, funciona mejor.

Entonemos la comunicación más hermosa que podamos, y sigamos la estela de las blandas emociones que nos han de ayudar a madurar. Sigamos sin pausa. La existencia es un compendio de posibilidades que no hemos de dejar en el trastero. Salgamos de esas casas sin sensibilidad que hemos construido con artificio y de manera invisible. Resistamos la tentación de no hacer. Pongamos todo el afán en el frontispicio de una existencia que crecerá con los cánticos que hoy defendemos por y para la comunicación. El discurrir humano es una especie de fiesta a la que no hemos de faltar ningún día de nuestras vidas. Podemos errar, pero eso no debe detenernos en ninguna frontera o instante. Hagamos todo con fortaleza interior y con la convicción de que podemos andar el camino.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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