viernes, 26 de marzo de 2010

Por la felicidad en comunicación

Precisemos cada vez que tengamos ocasión. Hagamos puntualizaciones a una entrega inmediata de sensaciones y de pronósticos racionales. La dicha es la referencia. Lo es, y lo será si lo deseamos de verdad. La comunicación nos oferta un universo de posibilidades que hemos de hacer fraguar en la medida que podamos. Generamos más aficiones, más anhelos con los que crecer entre simbolismos que nos han de servir ante las esperanzas más cuajadas. No sé lo que podré ser en la noche de los tiempos. Nos haremos caso con comunicaciones en positivo y de esperanza. Funcionan, y es extraordinario que así sea. No cejemos en el empeño de acercarnos con empatía a lo que es estímulo con el que crecer. Somos en la proximidad que disculpa por la familiaridad que nos dispone ante las noches más eternas. Nos complaceremos. La felicidad se sustenta en lo cotidiano, en lo pequeño, en lo sencillo.

Hemos señalado ese intento que nos ha de esculpir en la mirada a través de los que vienen con sus singularidades más distraídas. Somos, seremos, podremos, estaremos, nos expondremos y aseguraremos todos los procesos con las nocturnas intenciones de una paz de almohadas y de sábanas de colores entusiastas. Nos debemos poner en el contexto no justificado, en la inercia que nos propone la actitud del no cansancio, en la ruta que nos ensalza con un gusto hermoso por la elocuencia que nos propone señalar otro camino más deseado.

Regresaremos a esas consultas en las que todos aprenderemos de ese linaje especial en el que nos presentamos con parsimonia y con acatamientos periódicos. Hemos indicado que podemos ser en la otra razón que es con la medida de las cosas que nos comunican alcances no soñados en eras de tropiezos y de alzamientos hacia las consultas más fortalecidas. Hemos supuesto un sí que nos prefiere con sus fructíferas señales que nos sacan de un caos que superaremos gracias al orden de las cosas por el que tanto bregamos.

Seguimos ahí con todas las fortunas de un universo que nos despliega pancartas con las que aprendemos a sentir y a considerar lo que parece que es nuestro. Hemos supuesto que podemos: sabemos que vamos a demostrar todo eso y más en la nueva etapa que nos rodea. Si negamos lo que es, no nos queda mucho para ser. Salgamos de la introversión que nos hace perder ocasiones. Hemos liderado preferencias con las que nos emplazaremos en una versión un poco más limpia. La vida es en la trayectoria, en el mismo camino, con deseos de fortunas nada gratuitas. Hemos secuenciado las verdades con sus interesantes posturas.

Seamos con una creencia que no lo parece. La existencia humana se compone de situaciones variopintas con las que hemos de crecer. Estamos listos para cuanto sea menester. Las coyunturas se han de exprimir en todas sus posibilidades con una grandilocuencia de preferencias y de pretensiones sin más historias que la tradición reinventada en sus afectos y en sus consideraciones más notables. Sepamos aprender. La vida nos ha regalado mucho, y entiendo que debemos devolverle más. Por lo menos que no quede por nosotros, por un intento reiterado y muy saludable. El universo comunicativo nos aguarda. Nos podemos dejar llevar por las corduras de unas raíces profundas y humildes casi al mismo tiempo. Realicemos todas las actividades que sean menester para asistir a los procesos comunicativos más loables, que nos amparan con resortes que han de tapar las brechas que hasta ahora han sido. Conviene que no nos quedemos en palabras.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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