viernes, 28 de mayo de 2010

Prestemos tiempo a la comunicación

Démonos tiempo. Lo necesitamos para hacer las cosas bien, para sopesarlas, para poderlas valorar. Cada día hemos de bregar para que las ideas que tenemos, sobre todo las sustentadas en universales, brillen. Señalamos la costumbre con un gozo que es sombra con registros periódicos. Hemos visto lo que nos complace y lo que no, y ahora nos damos unos avisos que han de servir para dar en esa tecla que nos permita comparar las cautelas con los elementos más gozosos. Debemos aspirar a mucho, a más, y debemos tener lo que es siembra con frutos de sensaciones airosas. Nos tenemos, y nos seguiremos teniendo con el anhelo suficiente para superar multitud de aspectos desconocidos y también seguramente algunos problemas.

Señalemos hacia ese lado donde la naturalidad ha de triunfar. Nos debemos aconsejar vestigios con los que incrementar esos fines que hemos de consolidar como solidarios. Hemos aprendido con el transcurrir de tiempos que hemos de indicar como pretéritos. Hemos sido y más que seremos en el devenir de los tiempos buenos. Los consejos han de servir para mucho más. Vislumbremos las consecuencias en mitad del camino, incluso para corregir, con ideas y actitudes reparadoras, todo cuanto vayamos haciendo que sea susceptible de mejoría.

Atemos los cabos de las emociones hasta aparecer en esos tránsitos con los que hemos de añadir implementaciones generosas. No neguemos las amistades más sinceras, que han de ser esos elementos más espaciosos en un mundo de hostilidades neutralizadas como esos mejores métodos para estar en sano equilibrio. Planteemos las querencias como atractivos que pueden aplicar remedios a medio y largo plazo. Tengamos en cuenta que todo puede resultar.

La vida tiene un componente físico, otro psíquico y otro probablemente espiritual. Con todo ello hemos de avanzar sin mirar atrás. Pongamos por caso que vamos y que suspiramos por razones de genialidades poderosas. Hagamos que el todo sea parte y que ésta forme ese conjunto que explique y justifique la mayor parte de nuestras actividades. Suenan músicas que hemos de saber nombrar e interpretar. La existencia tiene múltiples vectores.

Duele que no seamos capaces de sacar partido a determinados aconteceres que se suceden en una serie de preferencias que nos ponen con diferencias unidas a prestaciones de ayudas visibles. Estemos para ser, y seamos para estar. Todo es cuestión de espacios. No dejemos que las aspiraciones se queden en sustentos de apatías recogidas en nuevas cajas que no consultamos. Prestemos tiempo a lo que nos puede definir como maestros y aprendices en paralelo. Daremos con solvencias y anhelos consolidados por obra y gracia de la comunicación. Dispongamos todo lo necesario para que funcione, para que esté operativa. Nos aguarda tanta esperanza fructificando que seguro que vamos a disfrutar mucho.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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