domingo, 27 de junio de 2010

Lo mejor que podamos, gracias a la comunicación

La mejoría es un tránsito, una evolución, por la que podemos trabajar cada día. Debemos hacerlo. El proceso es necesario: nos puede dar la semblanza y el resultado más constructivo en los territorios intelectuales. Hablo de ti. Eres comunicación, amor, deseo, ansias de libertad. Pongo y expongo con razones de diverso género. Intento que la comunicación nos lleve a navegar por lugares conocidos y doctos en los que las materias nos impriman buenos caracteres. Seamos entre derechos que hemos de realizar desde la profundidad de los eventos, que han de planear con absoluta dicha. La fortuna de vivir se ha de trasladar a todo lo que nos brinda un carácter maravilloso. Hemos sentido que el momento puede ser éste, y por él vamos a trabajar.

La autonomía de aprendizaje nos hace experimentar en una primera persona. No dejemos que la apatía o el desdén nos ganen esa partida que otros quieren jugar con sus propios tiempos y ademanes. La indiferencia es una guerrera sutil que apenas se ve y que, por lo tanto, es difícil de vencer. Por eso nos debemos animar en el afán de perpetuar las consideraciones más nobles. Permitamos las mejores prácticas. No dejemos, no consintamos, que el destino nos devore con afanes rancios.

Las vicisitudes de otros instantes nos han de consolidar con sus fermentos más gustosos. Hablemos con esa lealtad que nos anima a quedarnos en el sitio del trance superado. Comuniquemos los sentidos con los que laboramos, y hagamos caso a todo cuanto nos enreda, que puede ser edificador de contenidos. No paremos en esa noria que tanto nos marea. Los tercios han de ponderarse en el objetivo máximo de dar con la altura que beneficie al colectivo.

Aminoremos los enfados, y también procuremos estar lo mejor que podamos. Las actitudes se contagian en el sentido más hermoso, y por eso hemos de intentar que lo positivo sea lo que viaje por un universo lento y variopinto. Las convenciones no contribuyen a que funcionen esas estructuras que hemos de planificar para que tengan un objetivo magnífico. Hagamos caso a cuanto nos sucede y saquemos provecho de todo, de lo que ha ido bien y de aquello que no ha resultado como queríamos. El balance suele ser más lindo de lo que imaginamos a primera vista.

Actuemos teniendo en cuenta lo que acontece, y veamos brillos y fortunas en todo cuanto nos rodea. La virtud tiene que ver con la mesura, y ésta nos ha de sustanciar lo subjetivo para que veamos todo con la relatividad que se merece, que nos merecemos. No salgamos hacia un lado equívoco, al menos no de manera consciente. Consigamos una versión maravillosamente bonita donde el cuento sea para nosotros, para explicarnos cosas, para vivir de verdad, para hermanarnos con la sinceridad de una espléndida comunicación, que hemos de activar cada día, en consonancia con los fines de un bienestar común. Detectemos todos los procesos posibles, y saquemos en claro que todos juntos, contando lo que vemos y lo que sucede, podemos convivir en plenitud de esperanzas y de hechos. Hagamos todo lo que esté en nuestra mano, y, con esa postura, con ese principio, abordaremos una existencia mucho más feliz.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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