sábado, 30 de diciembre de 2017

Regalos y exigencias

La vida es tan complicada como sencilla. La actitud, sin duda, define las recurrentes circunstancias, que no siempre advertimos o afrontamos de igual manera. Las condiciones nos retratan de diversa guisa. Los maestros en el universo taurino lo saben bien, y lo explican en sus idearios orales o escritos.

Es evidente que hemos de intentar mejorar cada actividad existencial. Igualmente ha de ser así en el cosmos de la tauromaquia. No hay libros de cabecera, ni guías que nos sirvan eternamente. Cada cual debe utilizar su propio librillo.

Por supuesto, aquí como en otras esferas no hemos de ser perfectos. Tampoco es lo que se pretende en un escenario relativo, pero sí hemos de bregar para acercarnos a un ideal en el que la felicidad nos entregue a un futuro en equilibrio. Si algo nos caracteriza es la voluntad. Esto decía Unamuno, y yo lo suscribo.

Todos soñamos con un momento excepcional, con ese instante trascendente, con ese triunfo que nos justifique, incluso con la faena más sensacional, si seguimos con el símil con el universo taurino. Es lícito pensar, anhelar, pero, en paralelo, hemos de esforzarnos por ello. No siempre saldrán los resultados apetecidos, mas hagamos lo preciso para que nunca tengamos la impresión de que no lo hemos intentado mínimamente.

Mi afán es que todo vaya lo mejor posible. El óptimo regalo es la salud, que ansiamos para todos desde la responsabilidad y con el quehacer cumplido, al que sumamos la pretensión de éxitos sinceros.

Estamos en la época de los híper-regalos, con híper-estimulaciones. Somos conscientes de que no siempre nos merecemos tanto, sobre todo porque eso supone que a otros falta. Quizá el objetivo es, o deba ser, que este año tengan reconocimientos quienes lo merezcan, pues, aunque todos persigamos la faena perfecta, no todos la pueden cosechar. Seguro que en nuestras mentes ya pensamos en los que, a nuestro juicio, serán, o podrían ser, los primeros espadas.

A veces, el que los Reyes Magos de Oriente nos traigan un poco de carbón es un parón o un toque de atención que nos permite tomar impulso. El pavor ha de venir no de que esto ocurra, sino ante la posibilidad de morir por saturación.

Como decía Benedetti, la vida nos la dan, pero no nos la regalan. Como se repetía en la serie de mi infancia Fama, ésta cuesta, y hay que ganarla. Una petición para todos: que sepamos escoger y que seamos valientes para tomar decisiones. No hay sociedad que tenga futuro, si no es exigente consigo misma. Tampoco critiquemos por criticar. Defendamos el equilibrio. Eso.


Juan TOMÁS FRUTOS.

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