Te enseño mis deseos
y
los cumplo
en
este paraje de voluntades
profundas
y tiernas.
Me
sacas del espejismo
y te
conviertes
en
la gran pasión.
Lo
serás por siempre.
Me
enseñas.
Intento
aprender.
Nos
encontramos
en
un punto neurálgico
que
tiene recorrido
y se
expande.
Has
hecho de mí
cuanto
soy.
Los
colores adquieren
una
dimensión de hermosura
que propone
una
pizca de emotividad
con
la que endulzar
lo
que siento.
Haces
sencillo y sereno
lo
que sucede.
El
entorno es básico
para
la dicha,
que
nos cultiva con firmeza.
Me
ubicas
en
un territorio de calor
azucarado,
delicado,
que
nos declara
en
esa virtud honrosa
que
nos devuelve
al
origen que no es engaño.
Me
renuevas cada día.
Te
doy las gracias.
Mantienes
mis objetivos.
Eres
el afán.
Pongo
todo de mi parte
para
que se cumpla.
Me
formas.
Eres
el principio,
y
también la consecuencia.
Sin
complejos.
Juan Tomás Frutos.
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