miércoles, 27 de agosto de 2008

En una noche dorada

Me envuelvo con tu ánimo y con tu corazón rosado. Me diviertes hasta en el más diestro silencio.

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Suena esa sirena que nos transporta hacia el otro lado de una bondad cierta. Te convenzo de que podemos estar juntos durante más años que nuestras propias vidas.

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Nos recogemos en esta noche dorada que busca calor, alegría, fuego, una llama eterna. Nos cobijamos dentro del origen del universo.

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Me traes un aire que me permite respirar, salvar las patologías que otras situaciones me han dejado en herencia.

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