jueves, 22 de octubre de 2009

Sentimientos comunicativos ante los días de incomunicación

Generemos espacios con los que convivir. Tratemos de ser con el intercambio de información. La perspectiva es fundamental para crecer comunicativamente. El empeño también lo es. Podemos salvar los días grises con consideraciones de una cierta periodicidad. Debemos afrontar con exquisitez lo que nos viene de un destino que no ha de permitir las fugas de ánimo. Ya hay bastante percepción negativa como para agregar más. Nos hemos de sumar a las cautelas del escenario donde nos movemos. Nadie lo niega. Así debe ser, pero, aparte de la prudencia, hemos de recorrer el momento y el espacio con todo el entusiasmo del mundo.

Sepamos, pues, descifrar las claves de lo que nos rodea. Los sentimientos nos regalan sentido a lo que hacemos, a lo que tenemos por delante como reto. La vida es mientras hacemos el itinerario que nos brindan las circunstancias, que siempre podemos variar un tanto. Tenemos, y no lo olvidemos, la capacidad de enfrentarnos a lo que nos sucede, y para ello hemos de relatar, hemos de contar, lo que nos sucede.

El principio y el fin nos insisten en que hay que experimentar todos los actos intermedios con la ilusión y la esperanza que nos permitirán ser dichosos, o, cuando menos, un poco felices. No hay mejor regalo. La alegría contribuye al buen estado de salud. Probemos, y veremos que es verdad.

Intentemos también que las cosas sean de otro modo, mejores, aprovechando las mieles de las horas, los días y los meses que van transcurriendo. Toda cosecha debe ser recogida, y, en la medida de lo posible, sobre todo en sus aspectos positivos, compartida. Cuando damos recibimos. Ésta es una regla que siempre se cumple.

Por eso, cuando llegan las jornadas grises, con fórmulas y sensaciones de todo género, variopintas, considerables, llanas, insistentemente queridas por lo que han de servir en su quehacer constructivo, cuando aparecen esos días, hemos de llamar a los amigos, hemos de contarles quiénes somos, lo que podemos compartir, procurando que los anhelos se hagan realidad, buceando en las raíces para dar con los troncos de lo que nos edifica en la camaradería, tapando las heridas y ofreciendo lo mejor de nosotros mismos. Sin duda, eso revierte hacia los propios espíritus, y aleja lo que no nos supone una cierta salubridad.

Ante los días grises, compañeros y compañeras, busquemos como señalar lo que nos pasa, como “relativizarlo”, como insistir en el amor y en el aprendizaje con tratamientos conjuntos, y seamos en nuevos espacios donde todos tenemos un hueco reservado. Seguro que, de esta guisa, no son tan grises. Debemos convencernos de ello comunicando más intensamente y con más amplitud y tesón. El hábito hace que nos acostumbremos a unos procesos de comunicación que han de permitirnos superar con creces cualquier obstáculo que nos surja. El entretenimiento real nos ha de venir de los mensajes equilibrados donde todos maduraremos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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