domingo, 23 de mayo de 2010

El desafío de la comunicación

No hemos de ignorar el reto que tenemos por delante. Hemos de procurar no quedarnos sin un mínimo de resultados. El intento está ahí. No fallaremos hoy. Los dos lo intentamos. Primero tú, como podría ser yo. Me acerco a tu vera. Doy con un espacio comunicativo en el que podemos pasear por un mundo de ideas próximas. No dejemos que las cosas nos hagan tropezar sin un sí que nos afirme en convicciones un poco más celosas de esa intimidad que queremos compartir y que nos hará estar donde el deseo sea algo más sencillo. Sigamos la estela donde las voluntades nos han de apremiar con sus resoluciones más poderosas y posibles. Nos debemos apuntar a lo que puede ser, a lo factible, siempre con un poco de riesgo.

La vida es una sorpresa permanente. Lo es porque todo no es previsible, ni lo debe ser. Hagamos que las cosas ocurran de principio a fin. Hemos de diseñar los efectos con unas respuestas que nos insinúen las ocasiones en las que el crecimiento es fruto de posturas que, sin caer en el desafío, asumen riesgos. Hemos de fomentar un poco de aventura, si queremos entender que la existencia es ilusión y un poco más. Seamos sensatos dentro de la locura colectiva que nos aguarda y rodea.

Nos hemos de preferir con resoluciones a cualquier género de conflictos. Podremos ir con unos afectos de rescates singulares. Tenemos que ir e incluso regresar, pero nunca de vacío. Es todo sencillo, o puede serlo, si somos capaces de hacer lecturas un poco más adelantadas, prestas a superar los envites de corazones con los que no conectamos, pero con los que deberíamos hacer el esfuerzo primero y primario de conectar. Hagamos que las interpretaciones ocurran con separaciones relativas y nunca absolutas. Juguemos al máximo con la comunicación.

Hagamos que el tesoro de la convivencia se note en el día a día, incluso en las cimas de unos pensamientos que, por falta de frescura, no dan siempre con las tonalidades más adelantadas. Intuimos muchas cosas, pero hemos de difundirlas para que se conviertan, si es el caso, en esa base con la que resaltar los puntos de comunión, que lo serán también de comunicación, con los que edificar amistades y amores.

Las convenciones son obstáculos que nos pueden impedir seguir por esos lados resolutivos que han de mostrarnos que el consenso es ese deseo que, haciéndolo realidad, nos ofrece más que nos quita, por mucho que cedamos. Hagamos balances, y no únicamente materiales. Los acuerdos construyen confianza, y eso es la base para un futuro un poco más prometedor. La justicia será otro baluarte en ese acuerdo que defendemos con carácter genérico y próximo. Hemos de conjugar esos instintos con los que postularnos en las eras que nos tocan, que nos deben tocar, para vivir un poco más fuertes y siendo un poco más nosotros mismos. Defendemos, defendamos, los acercamientos comunicativos. Somos conscientes de que la felicidad supone un esfuerzo sin dar más vueltas de las debidas. Hablemos de ello siempre que sea posible, que lo será si lo deseamos. La dicha nos aguarda sin pedir nada a cambio. Hemos de procurar llegar a tiempo. Poco a poco, pero sin pausa, daremos con esa frescura responsable de un desafío comunicativo. Merece la pena.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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