viernes, 18 de junio de 2010

Comunicaciones y apreciaciones flamantes

La renovación es una cuestión de perspectiva. Por eso debemos hacer el esfuerzo permanente y gozoso de ir hacia delante gracias a ella. Con una cierta constancia hemos de activar y de reactivar la comunicación, sus procesos y sus resultados. Hagamos que funcione la mejor de las comunicaciones. Nos hace falta, y nos hará más felices. Nos debemos enseñar las motivaciones comunicativas con las que poder acelerar todos los cambios que seamos capaces de gestar. Animemos las experiencias con unos tonos simpáticos que nos han de ayudar a ser y a vivir entre tendencias renovadas. Hagamos que los instantes sean. Nos daremos realidades poco a poco, pero sin lentitud excesiva, y con figuraciones comprometidas desde el pacto y el consenso. Investiguemos para darnos con apreciaciones flamantes. No neguemos los impactos, sino que procuremos que sean para mejor, y siempre buenos y excelentes, si cabe.

Debemos compartir todas las esferas del universo simpar con unas aceleraciones de señales con normalidades estupendas, gratas, prestas a que todo vaya y mejore hacia el lado más sincero y aleccionador. Las prácticas y los aprendizajes nos han de permitir que las cosas funcionen y que las comunicaciones sean todo lo fructíferas que necesitamos para que la credibilidad y la cercanía sean conceptos que funcionen muy de veras. Nos debemos impulsar en el mejor de los sentidos y con los niveles afectivos y racionales que precisamos en un sano equilibrio.

Debemos simbolizar y hacer realidad los cánones de unas emociones con refuerzos destacados hacia el universo de intenciones que nos han de desgranar las comunicaciones con las que podremos ir hacia el escenario más grato. Nos hemos de perfilar hasta dar con los elementos más importantes. Hemos de presentar los deseos con unos volúmenes de señales que han de hermosear con los convencimientos plenos de emociones interesadas en los cambios y en las mudanzas de destinos más que universales. Seamos entre sensaciones estupendas, con unas complacencias en las que todos hemos de estar hasta guarecernos de insensateces y poder apoyarnos en las más lindas preferencias compartidas.

Salgamos al encuentro de las dichas que nos prefieren con sus pros y sus contras, con sus dudas y sus luces, con las sombras que aparecerán con brillos estelares más pronto que tarde. No cancelemos el compromiso de avanzar y de superar cualquier destello extraño. La vida nos conmina a salir de los atascos que nos detienen en etapas de solvencia y de querencias que todo lo sanan. “Fidelicemos” las ofertas con unas creencias e idealismos que nos han de trasladar a esas realidades señeras que tanto nos construyen como personas y como colectivos.

Comuniquemos lo que nos llena, lo que nos hace reactivarnos, lo que nos sugiere potencialidades con las que podremos asumir que las cosas son y serán con esfuerzos en directo. Tengamos la fiesta como referente de una felicitación que ha de saber a una jovialidad en expansión que nos hará pasar ratos muy felices. Consideremos que podemos tener actitudes de fantasía. La comunicación nos da nivel e ilusión con ordenamientos de ese caos que nos rodea. La vida es esto y un poco más. Tendamos manos y brazos, y puentes, y consideraciones en pleno. Las premisas y las conclusiones se unirán a través de la línea indeleble que une los puntos de partida y aquellos otros de llegada. Las comunicaciones, con sus oportunas apreciaciones, si las divisamos con constancia y procurando refrescarlas y que estén como nuevas, son las garantías de diversión y aprendizaje.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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