Bésame,
que necesito que me sanes
desde la emoción
de ese momento confesable.
Nos prepararemos
para desayunar
millones de mañanas
que entonarán
el cántico más maravilloso.
Nos tomaremos
un respiro en forma de descanso
silente, perfecto, sugerente.
Bésame,
que quiero potenciar el deseo
con una aprobación
llena de sensaciones.
Bésame,
y ya te contaré con hechos
lo que siento,
de modo que no dejaré deuda alguna.
Vamos, pues, con ese beso,
que todo es empezar.
Juan T.
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