El deber
Hay días en que uno hinca la rodilla en el suelo sabiendo
de la fragilidad de la vida, golpeado por ausencias conocidas o no, por el
devenir, injusto a veces.
Hay momentos de soledad extrema que sobrecogen por
segundos, minutos y horas. Te acuerdas, en esos trances, de los últimos, de los
que pasan hambre, de los que mueren por enfermedad, de los últimos de una fila
caprichosa...
Ves, no obstante, en paralelo, sus ejemplos de entereza.
y te prometes que nada será en balde.
Te levantas con fuerzas recuperadas, con las suyas, y
coges el testigo de la historia.
Sabes que pasarás, pero, mientras tanto, cumples con el
deber de propiciar la alegría, la dignidad y el respeto.
Juan Tomás Frutos.
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