Nos comemos el día con la felicidad que nos procura estancias renovadas. Nos empapamos de emociones que declaramos intensas.
Nos exponemos a la plenitud del amor con unos consuelos que nos conducen por las sendas más estupendas.
Somos maravillosos con los sones que consideramos mágicos de verdad desde escenas que nos disponen mejorías y cambios.
Hemos tomado en consideración lo que es amistad y presencia con unos dones que aplicamos con destrezas mágicas.
Nos bañamos en la dicha que proviene de besos, abrazos y roces en general. Tenemos el luego, sí, pero experimentamos el presente sabiendo que es la base de esa posteridad en la que ya pensamos.
Juan Tomás Frutos.
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