sábado, 27 de abril de 2019

A propósito de valores


Debí decirlo hace tiempo. No es que no haya encontrado hueco. Es que me ha faltado firmeza. En el mundo de prisas y de entendimientos relativos no siempre damos con las palabras adecuadas en el momento y lugar más convenientes. Eso también.

No sé si será el caso, pero lo cierto es que me quiero encontrar contigo y subrayarte, ahora que nadie nos ve ni nos oye, que eres santo de mi devoción. Nos hemos rozado en muchos sitios, pero no hemos sido capaces de reconocernos con la actitud dinámica que nos debería caracterizar.

Hay, o ha habido, en mí un poco de postura recatada, poco valiente, presta a devociones inmediatas, pero no a conservar lo que nos merece la pena en el medio y largo plazo. Hemos de dar las gracias, creo, de todo corazón, cuando damos con las personas que nos enriquecen. Es.

Me he convencido ya del coraje que debo imprimir ante situaciones o personas que nos añaden. Gritaba públicamente uno de los personajes de Bailando con Lobos, ya muy al final (nunca es tarde si la dicha es buena), que era amigo de aquel perseguido por el destino. Bien podría ser lo que reseño.

A veces el punto de partida, o el recorrido, o el paraje de llegada no son los que obedecen a la moda o la sintonía del momento. Asumiendo que los cambios son necesarios y que hemos de salir de las prisiones de algunas estructuras, hemos de tener gallardía suficiente para palpar los índices y los valores genuinos donde se hallan. Hace tiempo que debí decir que aquí, en ti, en el albero que nos une, también los advierto. Cantaba Rafael aquello de “¿qué sabe nadie?”

Juan TOMÁS FRUTOS.

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