No sé jugar con las palabras, como tú, pero sí con los sentimientos, como tú también. El parar en este momento podría ser una victoria; y los dos sabemos que es así.
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Me haces fluctuar con apariencias engañosas que me permiten recrear lo mucho o lo poco que soy. La desdicha se ha apropiado de una existencia marchita y poco florida. No me puedo quedar, y sabemos el porqué.
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Me implicas con batallas que me dejan seco y helado. No admito que la derrota sea la consejera que me administra el alma. No lo voy a consentir.
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Me has ganado con intenciones que inventan el puro recreo sin que éste me otorgue ventaja.
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