Pasamos de largo como dos desconocidos que ya no creen en nada, y mucho menos en nosotros. Transcurre todo con una parsimonia que me elimina de la faz de una tierra incrédula. No sé lo que ocurrió, pero debió ser grave. Ya no tiemblas al verme, y supongo que yo tampoco. Me fastidia que seamos tan desleales.
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Me impones esa moral que me agrieta el alma y que me traslada a puntos de sensaciones desastrosas. No me alabes, que ya no creo en ti.
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Suenan esos tambores de guerra apretada que nos colocan contra las cuerdas. Nos asustamos de invenciones que nos liberan de externalizaciones insensatas.
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No huelo tus perfumes, y me escondo para no encontrarme contigo. Hablas de vivencias que no quiero reconocer.
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