lunes, 30 de agosto de 2010

El corazón de la comunicación

La comunicación ha de tener coraje, comunión afectiva, raciocinio, ilusión. Hagamos acopio de los mensajes que nos lanza la memoria, que nos rescata recurrentemente. Desgastamos los pies esperando milagros que nos conduzcan por caminos que esperan en el punto, donde el traslado puede ser inminente. Nos aguardan las caricias con los tonos de amores intensos. No sabemos ese porqué que nos llena de un cierto orgullo por lo que pudo ser y no fue. Nos quedamos en un nuevo comienzo que nos traslada hacia donde la vida nos oculta su peor cara, que, en todo caso, hemos de mejorar.

Los comentarios de nuestros corazones nos llevan por dudas que nos ensalzan los motivos que fueron trances en otros desvelos. Hemos cuajado la existencia con un afán de superación. Nos tendremos con ese dolor que nos sacará de las sendas de otras trayectorias que fueron gozos en los tediosos momentos de la libertad que no ha sido justificada lo suficientemente. Merece la pena el esfuerzo de explicación y de defensa de una aguerrida afición por la paz.

Nos hemos intentado quedar en esa esquina que es amor por el defendido momento de una relajación sincera. Hagamos con honor lo que con honor aparece en un instante medio apasionado. Las certidumbres no lo son tanto cuando las amatorias caricias nos incluyen en la realización de catálogos que ni abrimos. Hemos amamantado situaciones que hemos de despejar con sus incógnitas maleadas.

Las versiones de otras etapas nos influyen con sus mercados e historias. Las islas se quedan sin puntos de cabotaje y de anclaje. Hemos olvidado los favores de aquellos momentos vencidos por el hastío y la memoria que no es. Las conclusiones nos ofertan cambios, muchos cambios, todos los de ese universo que discurre con un clamor por la paz.

Ganamos en responsabilidad con términos que nos dan derechos que son funciones en los casos menos apetecidos. Singularizamos los destellos que son paces en los comienzos que nos condenaron a perpetuidad. Hemos simpatizado con multitud de charlas nada convencionales. Nos hemos animado con unos clasicismos que nos disponen los papeles de las memorias. Ganaremos sin ganar, sin estar solos, que no queremos estarlo. Quedan estas sugerencias, y otras que daremos más adelante. De momento confiemos en la memoria y en optimizar aquello que hemos hallado más positivo. Comunicar con el corazón puede ser una gran ventaja, la ventaja, que hemos de saber utilizar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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