El amor es como es,
aunque tratemos de atajarlo,
de pararlo, de romperlo,
o, en ocasiones, de expandirlo.
Tiene sus normas caóticas
no escritas ni baremadas
ni dominadas por cargas
o empleos o autoridades.
Es como es,
con sus temores y aciertos,
con sus reservas y ganancias,
con sus topes y recursos,
con sus carencias y melancolías,
con sus miradas de complicidad,
con sus vacíos y dolores,
con su gracia y jovialidad,
con sus sabores agridulces...
Podríamos dar infinitas enumeraciones
y seguir sin dar con claves cerradas.
Quizá ése sea su encanto.
Juan T.
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