lunes, 1 de octubre de 2012

Un placer para los sentidos



Pilar cree en el mundo, en los ideales de lealtad, de amistad, de cooperación, en los instantes que tienen que ver con la ayuda mutua, con la solidaridad… Cree en la sinceridad, en los diestros hábitos, en esas costumbres que te enganchan y te hacen feliz. Cree en su mundo, en lo contemporáneo, en el presente, en lo que acontece hoy en día, en el mismo mañana. Cree en su vida, en su entorno, en sus gentes, en las existencias de aquellos que podrán ser sus aliados. Cree, y cree de verdad.

Lo demuestra con sus poemas, con su frescura propia de la juventud, con ese aire de ingenuidad en el mejor sentido, pues sus sentimientos, afortunadamente, aún no están rotos por el destino implacable de un mundo que derruimos con máquinas infernales de hacer economía y de generar desigualdades.

Tiene mérito, lo de nuestra amiga, pues las injusticias las contempla, las experimenta en sus carnes, y advierte que tienen todo el recorrido por delante, pero piensa que son pasajeras, que se pueden limar, que se pueden superar. Puede que esos sueños suyos, como dicen los Apaches, sean buenos sueños, estén bien elucubrados, y, gracias a ellos, en función de ese excelente comportamiento positivo, los resultados sean los apetecibles, los defendibles, los anunciados por una poeta que sostiene el mundo con una fe que mueve montañas.

Sé por lo que dice, y, fundamentalmente por lo que no dice, que es un espíritu libre, que busca todavía más libertad, que vuela hacia un infinito sin nombre y lleno de dualidades y de ambigüedades. Sé que le acompaña el dolor, y que la soledad es su contrincante incluso cuando está acompañada de sus amigos, de su familia. Es un alma tan sencilla como compleja en busca del equilibrio, y eso se refleja en su poesía. Es bueno que sea así, de modo que, con sus escritos, cumple esa función de catarsis que persiguen todos los escritores.

Los poemas que tenemos entre manos son escritos de juventud, y tienen, por lo tanto, ese sabor a descubrimiento que atrae. El magnetismo es mayor porque albergan un punto de madurez que no sabemos de dónde ha obtenido Pilar, que sorprende inmensamente por aquello que nos traslada y por cómo lo hace.

Hay también miedos al vacío. Unos miedos que pueden ser más o menos velados pero que están ahí: se constatan porque hay cuestiones a las que quiere llegar demasiado pronto, y otras de las que se aleja también con celeridad, cuando debería saborearlas en esos años sagrados que son los que constituyen su actual etapa vital.

Nos manda besos y abrazos de calor y de cordura en esa agridulce era que vive, que nos narra con determinación: nos sentimos parte de ella porque estuvimos donde ella, porque le acompañamos en sus cuitas, y porque pensamos que la bondad y el amor, pese a todo, hoy más que nunca, son los cimientos del porvenir.

Como buena poetisa, sueña con versos libres en todos los territorios, con palabras colmadas de timidez y de atrevimiento. Le gustaría romper con las ataduras de una existencia que no siempre se deja elegir en sus modales.

Pilar es suave, es tímida, es realista y noble, es soñadora e inteligente, tiene una voluntad que va y que viene, es serena y nerviosa, es cálida y fría, es creyente y atea, es atrevida y retraída, también se presenta altiva en un compás de corto ritmo, así como calmada, calculadora y confiada en el corazón, es decir, atesora un conjunto de contradicciones en un mundo de ecos que retrata desde su cámara juvenil de colores.

No se esconde, y eso llama la atención. Es como es, y se le ve en este poemario que a todos nos hace soñar con un mundo posible, al tiempo que nos llena de recuerdos por aquello que tuvimos y que se marchó un buen día sin que supiéramos el porqué.

Lo bueno de Pilar (una de sus bondades, cuando menos) es que genera preguntas, y, en paralelo, nos regala respuestas. Leer sus escritos es, aunque suene a tópico, un placer para los sentidos, como lo es ella misma.

Juan TOMÁS FRUTOS.

P.D.: Presentación del futuro libro de poemas de María del Pilar Herrero Martínez. El título todavía está pendiente de que ella lo decida. Espero haber estado a su altura. 

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