sábado, 19 de enero de 2013

Solo

Te acabas de ir,
y estoy roto,
como un juguete
manejado por los hilos
de un destino
que se tapa los ojos
y no quiere verme.

La máquina del tiempo
que te unía a la vida
ha corrido ese velo
que trunca la esperanza.
Ya no estás, me digo,
aunque hace tiempo que no estabas.

Has recorrido meses
de dolor y de ausencias.
Nada respondía,
excepto tu corazón,
que fuerte latía
aunque tu mente y tu espíritu
se habían lanzado hacia ese Olimpo
de los dioses a los que tanto amabas.

Nos has dejado.
Sé que, en el fondo,
hace tiempo de tu marcha.
Es, sin embargo, ahora
cuando veo el fracaso,
la dura pena de tu muerte,
y la carga que nos dejas.

Todo ha explotado alrededor,
y el luto se apodera
de cuanto soy,
porque sufro el vértigo
de esa inmensa soledad
por tu marcha decompensada.

Ya no estás. Suena
la máquina salvadora,
que hoy no salva, que no sana,
que sólo es testigo
de que me he quedado solo.

Juan TOMÁS.

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