sábado, 17 de noviembre de 2018

Fortuna

Nace otro momento continuado con los primeros rayos del Sol. Veo a los demás, y doy gracias por la prelación que interiorizo.

De ayer me quedaban los ecos y los sabores, ya superados, de la indefensión de un hombre mayor con su nieto, horrorizados los dos por la injusticia de la calle, que, por desgracia, tumbó mi buen ánimo. Hoy, me digo, ha retornado el afán de la felicidad, tan esquiva en ocasiones.

Esta jornada recién parida me atrae. Suena a un descanso relativo, y no por falta de faena, sino por detenerme en otros contextos que adoro.

Tomo los primeros sorbos de un café que sabe a gloria, y experimento que un cuerpo descansado y presto a vivir es el mejor rincón posible. Advierto, asimismo, ciertos instantes de la memoria que haré valer a la primera oportunidad que se tercie.

Medito también sobre lo que vendrá, acerca de todo cuanto aparecerá durante cada segundo de amistad, de aprendizaje, de miradas cómplices... Este día que nace alberga las mejores empatías. Lo sé porque mi predisposición es total, y la fortuna, esquiva como la felicidad, hoy me hará una visita. Sabe que la espero.

En la tranquilidad

Me reafirmo. Las mañanas de descanso tienen un cierto sabor nostálgico, sobre todo las primeras horas en las que vemos tenues rayos de Sol que nos recuerdan la infancia y la adolescencia.

Me fijo mucho en los que están, y, fundamentalmente, en los que se han ido, presentes en las ideas que compartimos.

María y Pilar, y, asimismo, Daniel, se fueron este año, entre otros. Eran dos personas enamoradas de la vida, felices a su manera, que cantaba Sinatra. En momentos dulces de la jornada, cuando miramos con cierta distancia a cuanto hacemos, los rememoramos. Fueron un grato ejemplo. Lo son frente a los que se comportan como si la existencia no fuera con ellos. Ya lo averiguarán.

En este aquí y ahora nos deleitamos con la dicha que nos regala la tranquilidad, saboreamos otro buen café, y a los que queremos y nos quieren les decimos:¡buenos días! Se los deseamos de verdad, de corazón y por siempre.

Juan Tomás Frutos.

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