viernes, 25 de julio de 2008

Inflexiones

Podría decirte que soy yo, y esconderte, y protegerte, y sentirte fuera de cualquier atropello o control. Podría, pero no lo haré.

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Te pido la ayuda precisa, y no me la das; y me dejas entre desventuras que me destrozarán completamente. No tienes el deber de protegerme, pero yo sí la necesidad.

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Me convences de un entusiasmo que arrecia con un descubierto descomunal que me completa el alma con una lámina de desasosiego. Duermes, porque puedes, que yo no.

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Te escribo mis rayas oscuras, y me confiesas secretos que llegan tarde. Te envío todo lo que sé, que es nada.

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Ablandas mi corazón para decirme lo que pienso, que es plenitud con tesoros robados por “malnacidos”. Vivimos muchos amagos, demasiadas inflexiones.

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