viernes, 25 de julio de 2008

No entendemos el ritmo

Interiorizo mi amistad con una cercanía superior. Negocio las amistades que se convierten en peligrosas, y asumo que el pavor es la cotidiana compañera de viaje. Nos proponemos ser, y somos con inclusiones en catálogos que solicitan una espiga de oro cuando lo que necesitamos es una de verdad que nos permita comer. Hacemos templos donde no entran los dioses y nos quedamos solos dentro y fuera de ellos. No recordamos.

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Nos ablandamos con fustigaciones que nos alcanzan con cautelas y con suspensiones de todo tipo. Dejamos que todo tenga más, y seguro que tiene más tierra donde enterrar las ilusiones de los fracasados hermanos que únicamente pensaron en las conquistas sociales. Estudiamos un aviso y nos quemamos en la larga espera.

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Hemos roto todos los elementos que nos pudieron dar la salvación. Nos congratulamos de y por experiencias que nos convencen de disimulos consentidos. No entiendo el sistema, y no sé si es más o menos amigable. No hemos comprendido el paso que otros han prolongado.

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