lunes, 18 de julio de 2011

Una base comunicativa

Prefiramos el protocolo y el estilo como fórmulas que envuelven lo que tiene sentido y aquello que no lo posee. Estiremos las intenciones hasta dar con los momentos más hermosos, con los más lindos, con los que tienen más avances que retrocesos.

Simplifiquemos la existencia con un toque maestro. No dejemos que las dudas nos oculten el verdadero sentir de la vida, que ofrece cuanto esconde valor y también lo que no lo alberga, al menos en apariencia.

Intentemos que los pronósticos buenos se hagan realidad. Adelantemos los pasos sin palabras huecas. Lo extraño ha de servir de motivación interna y externa. Los aspectos más loables han de potenciarse y llevarse hasta la presencia más consolidada y menos cautelosa. Hagamos que funcione el corazón.

Los procesos más diestros nos han de llevar por esas sendas de un aprendizaje constante. No cejemos en el intento y hagamos honor a las claves con las que podemos cabalgar cada día en el mejor escenario posible. Situemos la bondad por esos lares que suponen apaños perfectos. Las preferencias más gustosas nos han de ayudar de la mejor manera posible.

Seamos sencillos. Hemos de serlo. Las amistades han de ser cultivadas desde las inocentes caricias que suponen el amor en estado puro, que hemos de guardar una y otra vez. Superemos el destino incierto promoviendo que las cuestiones que colectivamente merecen la pena lo sean en el deseo de principio y de final para nosotros mismos y para los demás.

Hagamos que el afán real lo sea con intención y certeza. Todo irá bien, si en el planteamiento de partida nos convencemos de ello. Sin duda, contribuirá a un resultado estupendo. Esta base comunicativa opera.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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