viernes, 2 de septiembre de 2011

Nobleza comunicativa

Rescatemos nuestras vidas con diálogos aleccionadores. Hemos de hablar de lo que sentimos cada día, y de cómo podemos abrazar esos mundos que nos satisfacen. No nos conformemos con lo que nos da voluntad de cambio en lo relativo para lograr un alto grado de idoneidad. Vayamos más allá.

Nos hemos de intentar dar un socorro sin excepciones, procurando que las cuestiones fundamentales nos otorguen las medidas de todas las cosas. Nos hemos de enseñar a consolidar los perfiles más gustosos.

No dejemos en solares extraños los mundos complejos. Añadamos equilibrio a nuestras vidas. La sensación de moderación genera confianza, sobre todo entre aquellos que nos conocen menos, y respecto de los que, sean quienes sean, hemos de intentar que sumen en los quehaceres societarios.

Unamos las tablas de la comunicación, que nos pueden salvar si sabemos sopesar la carga y el destino. Nos debemos con responsabilidad a las causas más nobles, incluso a las lejanas y etiquetadas de perdidas.

Comunicar es un proceso, y es un proceso vivo, dinámico. No tiene sentido si no lo vemos, si no lo experimentamos, si no le damos la nobleza necesaria. Pongámonos a ello, y, si hemos empezado ya, sigamos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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