lunes, 7 de noviembre de 2011

Entendimiento entre emisores y receptores

Responsabilicemos nuestro interior con una voluntad que no ha de ser bruma. Simpaticemos hasta con aquello que no concuerda, que no entendemos, que nos llega con brisas impares que hemos de secuenciar para que nos den frutos oportunos y no ocasionales.

Pongamos toda la tela en el juego de la amistad que nos propone seguir con una entereza concienzuda. No supongamos sin hacer lo que sea necesario. Nos hemos de sentar a valorar lo que sucede con la ternura y las opciones que nos regala la existencia, que tiene atenciones de toda índole y que podemos saborear en variados lugares.

Enseñemos las flores que nos hacen experimentar la cordura más diestra, ésa que viene de tener en cuenta lo que nos narran otros. Sentemos las bases que nos pueden ofertar ocasiones para ser testigos de la bondad, de la amistad, de los buenos augurios, que vienen de dar más que de recibir.

Si hemos de buscar un desequilibrio, éste ha de aparecer con ese objetivo que consiste en no esperar, sino en regalar todo cuanto podamos en el afán de sentir la felicidad de desprendernos de lo que nos produce un sobrepeso. No vivamos entre quimeras que no podemos rozar.

Determinemos las oportunidades con las que crecemos en comunicación, con las que nos vamos hacia ese tanteo que nos ha de procurar una realidad con la que poder saciar una cierta posibilidad de tránsito hacia el amor que todo lo cura desde la visión macerada de un entendimiento entre emisores y receptores en actitudes de construcciones reiteradas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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