viernes, 27 de junio de 2008

Caminando con buen pie

El deseo en toda relación es que marche lo mejor que el destino nos pueda permitir. Además del factor suerte hace falta que echemos el resto con convicción y con tesón. Lo primero para que una cosa se haga realidad es tener un auténtico propósito de salir adelante haciendo frente a las más pésimas circunstancias, si fuera menester. Nos debemos apropiar de energías que afiancen las convicciones y no hemos de consentir la sensación de fracaso. No perdamos el valor de los afectos. Debemos creer en las emociones y en las “cábalas”, que salen, insistimos, insisto, si le ponemos fuerza y aportamos vibraciones y buenas señales. Hemos de sentir el sol cuando nos movemos: el camino se hace mejor con estímulo. Con este preámbulo, hoy me dirijo a ti, mujer, como puedes leer a continuación: Te controlo, me controlas, somos, y esperamos, y podemos en un desván con singulares luces e iluminaciones. Te consiento todo y más, Y pretendo un aniquilamiento colectivo que protege de raíz. Nos saltamos las barreras con promesas que nos imponen un ritmo trepidante, el que merecemos. Nos asomamos al exterior, y vemos a los amigos que nos hacen resistir de todo y con más de lo que podemos. Nos estorban los que hablan, los que tratan de poder, los que distraen a los que vienen con las promesas que otros quieren. Nos lanzan de aquí para allá con las alturas de miras que protegen a los que aparecen con las voluntades más divinas. Nos consentimos con un sí que nos impone un aprendizaje que nos consulta con las gradas llenas de aplausos anónimos. Hemos comprendido que hay un único camino, que es la paz de los ancestros que creyeron en nuestra felicidad. Planificamos la temporada con la rémora que nos insufla poder y ganas. Nos comprometemos a todo y a más con lo que tiene que ser, que es, que será, que puede… No nos limitaremos a la contemplación: podemos regalarnos inmensos caudales de amor que pactarán una relación cordial y sensata frente a aquellos que se basan en aspectos ruines. Tienes un estilo único e ideal que abre huecos en un cristal azul que nos envuelve con motivos al amanecer. Tu pujanza es tu “herramienta”, y nos apresuraremos para estar en buena forma. Encaramos el desacuerdo para permitirnos un acercamiento y una distracción. Sigamos con el pie derecho.

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