Con ánimos

Batallamos mucho, en vez de decir lo que amamos a los demás. Nos gustamos, pero no nos atrevemos a confesarlo públicamente. No extendemos las alas para proteger a los vecinos, y, al tiempo, a nosotros mismos. Hay que agradecer el cariño, la libertad, la madurez, los aspectos de salubridad frente a las redadas de sospecha y de negatividad. Busco el consuelo de la otra parte, de la maravilla de la vivencia diaria. No debemos urdir tramas y trampas. El ingenio nos ha de ayudar a crecer, a estar, sin ser modelos callados y maniquíes de laboratorio. Alejemos las dudas y seamos consecuentes sin frenar las ilusiones. La belleza se lleva dentro y hay que reconocerla. El “paisaje” puede y debe ser paradisíaco. Echemos una mano con imaginación y con discursos de disposición absoluta. Plantemos cara al desastre que nos hipoteca y bombardea, lastrándonos por y con situaciones humeantes. La trasgresión ha de ser la precursora de un oráculo que nos premie con realismo y lindeza. Estemos juntos ahora más que nunca. Hagamos un ensayo sobre la lucidez sin interrogantes. Deseemos ser un comando en busca de autores, de sensaciones que deben despertar y no permanecer dormidas. Necesitamos coraje, dignidad y civismo. Hasta en la distancia podemos estar en el mismo cuerpo. Erradicaremos las epidemias con cortesía y sin culpabilidad. Podemos. Las conductas adictivas han de ser de puro cariño, de besos repetidos de manera infinita. No aplazaremos tal misión. Seamos bizcocho, almendra y fruta de pasión en el decorado de nuestro vivir cotidiano. Pediré cumplir la condena del amor sin fronteras y me castigaré con la máxima ilusión. La pasta que nos ha de sustentar ha de regarse con agua y con flores de primavera inacabable. Digamos adiós a las frustraciones y a las desvergüenzas. Podemos asestar un golpe mortal a lo insustancial, a lo que no aporta un valor creíble y ponderable. No perdamos los ánimos para avanzar, compartiendo, siendo solidarios y amigos de los incomprendidos, de los invisibles.