Pretendamos, sin perseguir, las suficientes ocasiones comunicativas, que han de determinar los mejores estados de ánimo. La voluntad en el transcurrir vital es síntoma de acercamiento a las supuestas conclusiones comunicativas y de relación a las que queremos llegar. Seamos con toda la sinceridad que mueve un mundo de sorpresas con resortes de los que aprender. Hemos atemperado la belleza con una comunicación de enganches permanentes con los que debemos crecer como personas y a todos los niveles. Hagamos caso a los corazones, que nos han de llevar por sendas adecuadas, por límites sellados con antesalas maravillosas de aprendizajes no vencidos. Nos hemos de disponer a salir adelante con todas las consecuencias y posibilidades de una existencia estupenda. Agradezcamos todo lo que albergamos, y sintamos muy plenos por las amistades que nos rodean, que son las que justifican la mayoría de las intenciones y de los anhelos.
Calibremos los motivos y sus criterios, y sonriamos ante ese porvenir que nos ha de traer los mejores presentes y teniendo como referentes los pasados y sus actividades y experiencias. No deseemos en vano lo que ha de tener límites sensacionales. Separemos las consultas de aquellas expresiones que nos han de permitir superar las lindezas extremas. Consumamos las pacientes caricias con unas normas que nos han de especializar con sus razones y registros más potentes. No hagamos caso a lo que no tiene sentido. Respondamos.
Nos enganchamos cada día de nuestra existencia a una versión que ha de recordar las pacientes dichas con las que asumir el reto del vacío. Las conclusiones nos han de llevar por las cálidas aguas de un pedestal sincero y creíble. Hagamos que las certezas nos ayuden con sus invitaciones más o menos permisivas. No paguemos con monedas inadecuadas lo que ha de ser una paciente docencia en la que todos nos debemos ver involucrados desde la pluralidad y la amplitud de nuestras visiones.
No cercenemos el futuro. Tenemos tantas ocasiones como seamos capaces de fraguar ante un universo de prestaciones más o menos periódicas. Singularicemos las actividades con unas consecuencias de posturas versionadas con unas actuaciones de frescuras totales. No paremos las máquinas ahora que nos han de dar el todo con el momento de una lucha que hemos de hacer eterna, casual, superior. No neguemos las evidencias.
Las implicaciones nos han de llevar por las sendas de unas escuchas de las que hemos de extraer las consideraciones más empáticas y duraderas. Nos debemos exponer a esos riesgos que nos deben otorgar beneficios solidarios. De ellos podemos advertir muchas conclusiones tan relativas como aleccionadoras. Las proezas de las comunicaciones están en sus capacidades de resolver todo, incluso los conflictos más ásperos. Es cuestión de voluntad, de querer, de esa estimación que cada jornada se convierte en poder en cuanto nos decidimos a ello. Salpiquemos de señales y de conocimientos todo nuestro entorno con unas solventes palabras, con su flujo, con sus directrices más estimulantes. Las premisas que nos arman de valor pasan por deseos y superación de obstáculos. Lo que pensemos y hagamos define de manera primordial lo que puede ser el resultado, en este caso comunicativo. Las oportunidades se hallan en todas partes. De lo que se trata es de poner todos los medios para que vayan cristalizando, para que vayan siendo, para que nos consigan.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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