Se llama Marta. Ha sido despedida tras 30 años de entrega a una profesión y a una empresa que siempre le dijeron que era de servicio público, de interés general, de defensa democrática, de garantías de pluralidad y de independencia. Se lo dijeron, y ella, como yo, lo creyó, y aún lo cree, como yo.
Es una licenciada universitaria que, por su actitud ante la vida, será una eterna joven, una motivadora de conciencias (la primera de ellas, la suya). Tiene gracia, garbo, fuerza, garra, y asume protagonismos anónimos que le hacen didáctica y divertida a la vez. No obstante, sabe mostrar ese espíritu de guerrera que también le confiere, como digo, juventud. Es una “combativa-pacifista” nata. Así fue, así la conocí, así sigue, y espero que continúe por muchos, muchos años.
Ha sabido disfrutar de su profesión como pocos, y a ella se ha entregado en cuerpo y alma. Tanto ha sido así que ahora le han dicho adiós, y no termina de entender cómo se agota el amor en una relación tan fructífera. Quizá ha sabido estar demasiado oportunamente en su sitio. Ha sido un ejemplo del periodismo con preguntas, y me consta, al menos en la faceta que le conozco, que ha sido una gran defensora de la profesión, de la calidad de la misma y de la actuación con criterio. No es la única: hay toda una labor de magníficos profesionales que se esfuerzan en este campo de manera tan anónima como firme.
Ahora, sin embargo, a Marta le han arrebatado lo que más quiere: su trabajo. Es la maldita crisis, y maldita sea, sí. Ella no entiende esta interrupción tras 30 años, y yo tampoco, y, como yo, muchos de nosotros, de nosotras, de sus compañeros de profesión periodística, tampoco lo comprendemos. Les cuento que, como Marta, hay demasiados casos de compañeros periodistas que han perdido sus trabajos por culpa de una crisis a la que ya, por desgracia, se anticipó este sector.
Probablemente, esta muestra de apoyo la debí de escribir antes y sobre otros que también la merecían. Siento que voces como Marta, como otros y otras como Marta, se vayan, se hayan ido, se sigan yendo a la lista del desempleo. Con mi apoyo incondicional, y el de tus compañeros y compañeras, este escrito va por ti, Marta, con todo mi reconocimiento. Por ti y por otros como tú.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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