Aprovechemos los pronósticos, las experiencias, las dudas, las respuestas a las diversas cuestiones y procedimientos en las relaciones sociales, que son también comunicativas. Tenemos motivos para disfrutar del contento producido por la comunicación. El criterio es sacarle partido, con templanza, a cuanto hacemos en comandita con la sociedad. Hagamos caso a los que nos rodean. Ellos son nuestra razón de ser. Animemos los deseos, los débitos, los elementos con cursos de claves preferibles y preferentes. Nos debemos adecuar a los momentos, a sus situaciones, a los instantes que nos producen pasiones con avisos a navegantes con los que podremos viajar hacia sensaciones flamantes, renovadas al menos.
No dejemos para mañana esos idealismos que antes nos obligaron a tocar con respuestas anteriores a las preguntas. No neguemos las emociones de cuando fuimos infantes. Fue una buena etapa, en la que aprendimos mucho, aquello que tiene sentido de verdad. Todo irá por ese trayecto más que requerido entre pacíficos fines con los que alimentar los egos de cada cual.
Nos debemos entusiasmar con los lenguajes empleados, que han de persistir con sus tonalidades y tonos de facturas diversas. Tomemos tiempo. Es bueno ir de manera pausada. Al final, éste, el tiempo, el nuestro, el de cada cual, nos coloca en el sitio que merecemos, en el que necesitamos, en el que somos un poco más lindos y mejores. Aboguemos por ese trayecto que nos pone en el sitio de vanguardia.
Tomemos con fulgurantes caricias lo que nos pareció diestra emoción con sus fugaces formas. Poco a poco daremos con las claves sencillas, que hacen ese conglomerado que supera los conflictos. Olvidemos los fracasos, y apoyemos nuestros espíritus en esos logros en positivo que justifican y contextualizan lo que nos place. Nos hemos de poner a la faena con unos preferibles anhelos de pura libertad. Hemos de agasajar el momento que nos justificó cuando fue. La rueda sigue con sus obligaciones sinuosas que hemos de combatir con la sal de la vida, que ahí está.
No presentemos los instantes de gozo con fuerzas que no son o que no están. Hemos de servirnos con una fortaleza que ha de aparecer donde todo fue con un estímulo de permanencia. Los símbolos simpáticos son esos primeros peldaños de la escalera común que hemos de utilizar. La comunicación nos hará mucho bien. Sin prisa, pero sin pausa, conoceremos lo que sucede y veremos el porqué de una existencia que ha de florecer con gusto.
Superemos tormentas o amagos de éstas y seamos en la sensatez de una ilusión que no ha de quedar cautiva. Pidamos ese honor que es paso obligado entre simulaciones y querencias con resoluciones de dudas y de obstáculos. Removamos los espacios y veamos con más claridad. Para eso podemos comunicar. Para eso, y para mucho más. Brindemos por ello. Nos aguarda una gran fiesta, que hemos de aderezar de estímulos y de las mejores vibraciones posibles. Los destellos nos marcarán dónde tiene lugar la celebración. El que vayamos en tiempo y forma, el que maniobremos con el mejor de los propósitos, depende de nosotros. No ha de faltar el ánimo. Éste es el sostén de todo cuanto pensamos y hacemos. No consumamos energía inútilmente, pues eso produce frustración, auténtica enemiga de los procesos comunicativos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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