Nos integramos
en la voz
que nos da
consideraciones claras
para mostrarnos
asequibles, sin planos
que nos quiten
trabajos señalados
con valores
de tentaciones
en las que caeremos.
Eres mi duende,
y no hace falta
ni que lo sientas tú.
Yo sé,
y me es suficiente.
Estoy de gala
por la fe
que me regalas.
La aprovecharé.
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