miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tiempo para comunicar

Confiemos la amistad a una buena comunicación, que ha de crecer como la hierba en primavera. Los pronósticos los iremos haciendo desde la experiencia, sobre la marcha nutriente del esfuerzo.

Hagamos caso al corazón, que ha de mediar ante la mente, y fundirse con ella, y ser en un punto de ubicación justa. La plenitud viene por ahí.

Sintamos las emociones con un cierto raciocinio, y veamos la vida en colores. Ayuda mucho. No frecuentemos las controversias sin fuste.

Suspiremos por cuanto ocurre, por la existencia que nos sorprende con sus toques de amistad y serenidad. El punto está en la equidistancia de todos y en la libertad propia y ajena.

Secuenciemos las actuaciones que nos pueden dar un poco de brillo. Seremos ese todo que nos podrá evitar resultados no apetecidos. La voluntad contribuye a fortalecernos.

Hemos de imprimir carácter a cuanto tiene algo que decir, o mucho que referir, dependiendo de las cuestiones que nos rodean, sin olvidar ese todo que nos puede maravillar con sus toques de magia sensacional.

No apaguemos las velas que pueden brindar imagen, brillo y prestancia a nuestras existencias, que tendrán ese toque de amistad tan extraordinario, si somos capaces de gestarla y de mantenerla.

No detengamos ese reloj de hermosura simpática. Nos debemos preñar de aplicaciones que otorguen los suficientes remedios, que hemos de compartir con paciencia, entrega y jovialidad. Hagamos caso a las almas afines, puesto que son como las nuestras. Tengamos tiempo para oírlas, para palparlas, para ser con y entre ellas. Dispongamos de tiempo para comunicar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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