domingo, 22 de enero de 2017

Testimonio devoto



Testimonio devoto

Aprendimos a ser contigo,
con tu lenguaje,
con tu ejemplaridad y aventuras,
con los emblemas que colocan
el broche de una vida en ciernes,
siempre empezando.

No sabemos mucho de ti,
y, en cambio, todo lo percibimos,
sin verte, sin tener más estampa
que la imaginada,
como tu Caballero Andante,
en un camino interminable
como la Naturaleza misma.

Nos enseñaste con tu Galatea,
con tu poesía afanosa,
perdida y hallada en nuestro idioma
universal y abierto,
como tú, enseña y divisa
de quienes conforman con obras y oralidad.

Tus Persiles y Sigismunda
andan dando trotes como las bellas letras
que regalaste a quienes consideran
que la novela moderna tiene en ti
base, altura, sonoridad y creatividad.
Engendraste juicio y experiencia,
y, asimismo, la gracia divina
que creías no concedida,
pero que sí saboreaste.
Me refiero a ti, querido Cervantes.

Porque fue, porque fuiste,
porque has llegado hasta nosotros
cuatro siglos después
con un absoluto esplendor,
siempre te daré las gracias.
Sean estas letras testimonio de ello,
de mi ingente y eterna devoción.
Aprendimos y aprendemos.

Juan Tomás Frutos.

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