Caminamos
hacia ese mar
que nos comunica,
que nunca deja el vacío,
que nos inserta
en el camino fresco
de la felicidad
que no divide
sino que une.
Nos resuelve.
Crecemos en él.
Aparta los fantasmas
y nos susurra
creencias y deseos
que nos propulsan
hacia el sueño
que nos mantiene
en el buen ritmo.
Damos un paseo
que nos invita
a reconocernos de verdad.
Nos posamos
en el punto de una misión
que nos hacer ser nosotros mismos.
Nos abastecemos de energía
en ese entorno, en la orilla
que es principio hacia todo.
Nos fijamos en ese litoral
que nos aclara los elementos principales.
Medimos los hechos
y las cosechas más fructíferas
y vamos hacia la igualdad
que nos prepara la paz.
Nos sabemos en él,
con él, desde la premisa
de una libertad que es divisa
del mar, del agua,
de la fuente de la vida,
que aquí es un poco más, mucho más.
Juan Tomás
Frutos.
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