La vida
es tan complicada como sencilla. La actitud, sin duda, define las recurrentes
circunstancias, que no siempre advertimos o afrontamos de igual manera. Las
condiciones nos retratan de diversa guisa. Los maestros en el universo taurino
lo saben bien, y lo explican en sus idearios orales o escritos.
Es
evidente que hemos de intentar mejorar cada actividad existencial. Igualmente
ha de ser así en el cosmos de la tauromaquia. No hay libros de cabecera, ni
guías que nos sirvan eternamente. Cada cual debe utilizar su propio librillo.
Por
supuesto, aquí como en otras esferas no hemos de ser perfectos. Tampoco es lo
que se pretende en un escenario relativo, pero sí hemos de bregar para
acercarnos a un ideal en el que la felicidad nos entregue a un futuro en equilibrio.
Si algo nos caracteriza es la voluntad. Esto decía Unamuno, y yo lo suscribo.
Todos
soñamos con un momento excepcional, con ese instante trascendente, con ese
triunfo que nos justifique, incluso con la faena más sensacional, si seguimos
con el símil con el universo taurino. Es lícito pensar, anhelar, pero, en
paralelo, hemos de esforzarnos por ello. No siempre saldrán los resultados
apetecidos, mas hagamos lo preciso para que nunca tengamos la impresión de que
no lo hemos intentado mínimamente.
Mi afán
es que todo vaya lo mejor posible. El óptimo regalo es la salud, que ansiamos
para todos desde la responsabilidad y con el quehacer cumplido, al que sumamos
la pretensión de éxitos sinceros.
Estamos
en la época de los híper-regalos, con híper-estimulaciones. Somos conscientes
de que no siempre nos merecemos tanto, sobre todo porque eso supone que a otros
falta. Quizá el objetivo es, o deba ser, que este año tengan reconocimientos
quienes lo merezcan, pues, aunque todos persigamos la faena perfecta, no todos
la pueden cosechar. Seguro que en nuestras mentes ya pensamos en los que, a
nuestro juicio, serán, o podrían ser, los primeros espadas.
A veces,
el que los Reyes Magos de Oriente nos
traigan un poco de carbón es un parón o un toque de atención que nos permite
tomar impulso. El pavor ha de venir no de que esto ocurra, sino ante la
posibilidad de morir por saturación.
Como
decía Benedetti, la vida nos la dan,
pero no nos la regalan. Como se repetía en la serie de mi infancia Fama, ésta cuesta, y hay que ganarla.
Una petición para todos: que sepamos escoger y que seamos valientes para tomar
decisiones. No hay sociedad que tenga futuro, si no es exigente consigo misma.
Tampoco critiquemos por criticar. Defendamos el equilibrio. Eso.
Juan TOMÁS FRUTOS.