Nos amamos
con la suficiente fuerza
para vivir mil años.
La vida nos escogió.
Ya no hay condiciones.
Nos amamos
como suprema dicha.
Hay una misión no escrita:
amarnos y ser amados.
Con la persona correcta
así debe ser.
¿A quién correspondería?
A aquella con la que pasar
al menos mil años.
Juan T.
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