Hace tiempo
que
quise subir a este monte,
donde
ahora estoy.
Ha
sido,
el
llegar aquí,
duro
y placentero a la vez,
como
la vida misma.
Se
divisa un horizonte infinito,
y un
mar de ilusiones,
y lo
cotidiano,
y
esas naranjas de olores
intensos,
infantiles,
con
destellos de pasión.
Todo
es pequeño en esta encrucijada,
como
la vida misma,
y
sincero, como ésta.
Y efímero.
Ya sé.
La
óptica suele funcionar
si
la acompañamos
de
lustre e interpretación.
Hace
tiempo, mucho,
que
me convoqué en esta atalaya,
para
saborear el destino,
para
navegar en tierra,
para
recordar
a
los ancestros,
que
todo lo dieron
por
nuestra docencia.
Al
fin, estoy, estamos,
quien
describe
y
sus volubles circunstancias,
prestas
a la felicidad en este ahora.
Es
el sitio.
Muevo
la vista
en
todas las direcciones,
y en
todas ellas encuentro algo
para
aprender y compartir.
Hace
tiempo, mucho,
que
buscaba esto, algo así.
La
paradoja
es
que lo tenía cerca
y,
al parecer, no había tenido eso, tiempo,
para
conocerme,
para
encontrarme a mí mismo.
Juan Tomás Frutos.
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